30.1.07

Kapuscinski

El martes 6 haremos un paréntesis en nuestra lectura de Tocqueville para leer El emperador de Ryszard Kapuscinski. Como adelanto de su trabajo, pueden leer aquí una serie de reflexiones sobre su trabajo periodístico y/o literario.
  • Juan Villoro, en Reforma (suscripción necesaria): Si John Reed, Egon Erwin Kisch y Martín Luis Guzmán asumieron el periodismo como literatura bajo presión, Kapuscinski necesitó de un largo proceso de decompresión de los hechos para transformarlos en material definitivo.Podían pasar 30 años antes de que una anécdota enviada en el lenguaje casi anónimo del télex fuera reescrita en clave personal. En este tránsito la noticia pública se convertía en un momento privado. El autor no buscaba novelizar lo real, sino reorganizarlo con la intensidad de lo que mira y siente una persona distinta a cualquier otra. ¿Qué merece ser salvado? En el taller de la memoria, los datos nimios y la sabiduría común regresan como reveladores aforismos: "Cuando se mantiene inmóvil, el aire no tiene valor, pero basta que se mueva para que su precio se dispare". ¿Hay mejor definición de la precariedad de África? En el trópico de la escasez ningún negocio supera al viento."
  • Una entrevista en donde--a diferencia de lo que comentábamos hoy en clase--RK defiende el entusiasmo: "Creo que, en nuestra profesión, el entusiasmo es la clave, porque lo que nos mueve es la profunda curiosidad, querer saber, conocer. Las ganas de ver, de sentir. Este oficio es muy duro, se necesita mucha energía y sólo puede llevarse a cabo con grandes dosis de entusiasmo y vitalidad. Pero no todo es entusiasmo. Hay otro factor importantísimo que es el conocimiento extenso de cada tema. Uno que trabaja en este campo tiene que estudiar constantemente. Hay que mantenerse en continuo contacto con la antropología, la historia, la etnografía y la sociología, entre otras ciencias. Se requiere, pues, mucho trabajo para llevar a cabo nuestro oficio con una mínima eficiencia."
  • En un artículo de hace un año, Claudio Magris lo llama el último aventurero: Kapuscinski es un maestro de la descripción, de la narración, especialmente de la semiología del poder, del análisis de sus signos, ritos, distancias, protocolos, gestos. El despotismo absoluto, hierático e inmóvil que él retrata, es enorme pero sufre de elefantiasis, está momificado y, en último análisis, es impotente. Incluso Stalin termina por parecerse al negus Neghesti abisinio, sentado, circunspecto y desconfiado, en el trono, idolatrado y escrutado con temor cada vez que fruncía las cejas, pero pasivamente ignorante de lo que realmente sucedía en torno a él y en el país."
  • El obituario del New York Times, del Washington Post. Y una dura crítica.

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